publicación Online
 
 
el periodico de saltillo

Marzo 2018

Edición No. 349


A fuego muy lento

José C. Serrano Cuevas.

El auditorio “Doctor Luis Lara Tapia”, de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), sirvió de escenario para la presentación del libro A fuego muy lento, el pasado 28 de febrero de este año. Las autoras del texto son Zita Chao Ebergenyi, María Griselda Meza Cortés, Margarita Lagarde Lozano y Carolina Rodríguez González. Los comentarios fueron externados por Ana María Fabre, Georgina Ortiz, Lilia Joya, Corine Montes y Carlos Castellanos.

Como invitados especiales ocuparon su sitio en el presidium Guadalupe Fernández y José Antonio Robledo, padres de José Antonio Robledo Fernández, secuestrado y desaparecido hace nueve años en tierras coahuilenses. La historia de esta pareja sirvió como acicate para que las autoras de la obra, durante cuatro años (2013-2017), dedicaran su talento y sus conocimientos a explorar lo que ocurre en la mente y las emociones de quienes viven en el día a día el enorme peso de la incertidumbre.

El recinto tuvo una ocupación casi total. La concurrencia fue variopinta: estudiantes y académicos de la Facultad de Psicología, colegas de los presentadores, familiares y amigos del matrimonio Robledo Fernández, familiares de otros desaparecidos, que hasta la fecha no saben nada de su paradero. Margarita Lagarde Lozano fue enfática al expresar que el tema de la metamorfosis humana ante la muerte de los hijos, es escabroso y nada atractivo como para invocarlo.

En la sala resonó el eco de una frase acuñada por Séneca: ¡Muy sentida es la muerte cuando el padre queda vivo! Y lo es más, cuando es una muerte inesperada, repentina. Los padres quedan atrapados, empantanados en un despiadado sentimiento de culpa, dicen ellos, por no haber protegido suficientemente al hijo. Anida en sus emociones la mortificación: dolor, miedo, desamparo.

La mortificación también se manifiesta como negación, ira, coraje, vacío, terror o una somatización devastadora. Aceptar la muerte de un hijo y seguir en la mortificación. Cuando seres humanos en condiciones tan desventajosas socializan su malestar con otros seres idénticos, se dan la oprtunidad de plantearse preguntas que parecieran un sinsentido: ¿Cómo ser madres? ¿Cómo aprender a vivir sin la presencia de los ausentes? ¿Qué permite que los padres en duelo sigan viviendo? ¿Viven o sólo existen?

Ana María Fabre, del pánel de presentadores del libro, con voz trémula, pero enérgica, plantea una interrogante, que la audiencia esperaba desde hacía rato: ¿Cómo se ayuda a los padres a salir de la mortificación? Ella misma ofrece la respuesta cuando relata el nacimiento y consolidación del Grupo Padres en Duelo, que “es un grupo de autoayuda cuyo objetivo es transformar la experiencia de la muerte de los hijos (as) en un proceso de duelo parental que supere la mortificación como estado permanente y patológico, mediante la resiliencia y la encriptación que permitan crear una nueva dimensión social e individual de la vida”.

“En esta tarea hay que sostener las condiciones de estabilidad y escucha necesarias para elaborar el dolor, la negación, la rabia, el miedo, la culpa, la impotencia, la tristeza y la depresión, mediante la construcción y reconstrucción de las narrativas que permitan escuchar y escucharse hasta lograr la resignificación de las vivencias y las identidades a través de un nuevo sentido de la vida”.

El Grupo de Padres en Duelo ha trabajado por más de una década, lo que, en alguna medida, les da la experiencia y el prestigio necesarios para ofrecer y continuar con esta opción terapéutica. Tiene sedes en varias ciudades del país. Invariablemente cada centro cuenta con un coordinador. Una ventaja adicional que ofrece el organismo: no es lucrativo.

Según lo expuesto por los diferentes panelistas, el resultado de las sesiones de trabajo no es por arte de magia; éstos dependen de la apertura, la veracidad, la profundidad de las relaciones que se establezcan en el grupo; del diálogo sincero indispensable para avanzar en el objetivo.

Carlos Castellanos, filósofo de tiempo completo, citó al pensador alemán, Martin Heidegger, al expresar: ¡Somos seres para la muerte! De su cosecha, apuntó: “Nadie en su sano juicio busca el dolor voluntariamente”. Felicitó a las autoras de A fuego muy lento por hacer ciencia desde el dolor.

 

 
© 2014 El Periódico de Saltillo contacto@elperiodicodesaltillo.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
carton noviembre 09 Noviembre 09 Rufino